01/07/2024

 

Hoy, después de varias semanas sin verla, logré convencer a mamá de que fuéramos a visitar a mi abuelita Martina. Ya que, hoy es su cumpleaños número 60, le llevaría flores, las gerberas son sus favoritas, éste día, sería muy diferente a los demás, pues mi abuela, se había mudado a otro lugar, y su nueva casa, quedaba un poco lejos.

Ya estaba listo, mi madre, estaba arriba, en su habitación, le dije que se arreglará un poco, porque de un tiempo para acá, dejó de hacerlo, me preocupaba que no estuviera cuidando de ella misma como solía hacerlo. Su cuarto, se encontraba desordenado y su apariencia muy descuidada, y ni hablar de lo mucho que había bajado de peso, me hacía sentir muy m4l.

Y la cul-p4, la tiene el nef4sto de mi padre, que por cierto, él, ya está fuera de nuestras vidas para siempre.

La vi bajar por la escalera, y realmente, se veía preciosa, pero aún en su rostro, no se dibuja, ninguna sonrisa, la tr15teza, se había convertido en su fiel compañera. Parecía distante, como si no estuviera realmente allí.

Salimos juntos de la casa hacia el auto, el camino transcurría en total silencio. Yo, simplemente, le sonreí, y le dije:

«Mamá, ¿estás lista para ir a ver a la abuela Tina?». -pregunté, con mucha emoción.

Ella, asintió con una leve sonrisa, mientras conducía, le conté a mamá algunos recuerdos que tenía con la abuela, tratando de animarla un poco. Ella, escuchaba atentamente, pero su mir4da, seguía perd1da en algún lugar no muy distante.
Poco a poco, durante el trayecto hacia su nuevo hogar, finalmente llegamos, era un lugar grande, rodeado de mucha gente y con un jardín repleto de flores de diferentes colores…

Al entrar, fuimos recibidos por mi abue Tina, con una sonrisa radiante que iluminó todo el lugar, yo, me acerque y dejé sus flores favoritas, y le deseé un feliz cumpleaños, ella, me sonrió y me dijo…

«Gracias mi niño, te extrañé».

Mi madre, corrió a abrazarla. No pudo contener sus lágrimas, lloraba frente a ella como una niña pequeña. Observé a mi abuelita pasar su mano por el cabello de mamá y le decía:

«Hijita, no llores, yo me encuentro muy bien en éste lugar».

Pero mamá, no la podía escuchar, y sólo le pedía a gr1tos, que la p3rdon4ra, por no haber hecho más por ella.

Mi abuelita, le respondió:

«Tú, hiciste mucho por mí, procuraste cuidarme en los momentos donde más enf3rma estuve, nunca me dejaste sola, me entregaste tu amor, y lo único que hice, fue devolverte el favor, protegiéndote mi niña».

Yo, le dije:

«Mamá, me gustaría que escucharas lo que la abuela te está diciendo».

Al decir esto, ella, se levantó 4brupt4m3nte, se limpió las lágrimas, y con una expresión de mi3do en su rostro y voz temblorosa me dijo:

«Q-que a-aca-bas d-de de-c-i-r h-ij-o».

No tengas mi3do mamá, ella, en todo momento ha estado con nosotros, mientras tú llor4b4s, ella, te estaba tratando de calmar… ¿sientes?, te está tocando el rostro. Y mamá lo confirmó, diciendo que sentía unas m4nos cálidas.

Aquellas palabras que ella le había dicho anteriormente, se las repetí. Mamá, cerró los ⁰jos, permitiendo que las lágr1m4s, se deslizaran suavemente por sus m3jill4s. Poco a poco, su ro5tro se relajó, como si ésa carga pesada, se hubiera levantado de sus h⁰m-bros.

Ella, realmente necesitaba escuchar esto, porque desde que mi abuela fue a535inada, hacía varias semanas, mi madre, se cul-pó día y noche, diciendo que ésa m4ld1ta b4la, tenía que ser para ella…

Ésa fatídica noche, ése a535ino, que por d35gr4cia es mi padre, se encontraba pasado de copas, y no aceptaba que la relación de los dos, llegará a su fin. Mamá, se cansó de recibir por parte de él g⁰l-pe tras g⁰l-pe, y m4ltr4to verbal, así que ella, decidió sacar todo lo que le pertenecia a la calle, y mi abuela, estaba ahí ayudandole, en eso, él llegó 3brio, gr1t4ndo e 1nsul-t4nd⁰las.

En medio del c4os y la v1⁰lenc1a, ocurrió lo impensable…

Él, 4puntó justo a mi madre, pero mi abuela, fue su escudo, y aquel d15p4ro, resonó en el lugar, cayendo ella al suelo. Su v1da, se apagó en un instante, aquella b4la, fue directo a su p3cho.Mi madre, se 4b4lanzó sobre mi abuela, mientras mi padre, se tamb4le4ba, cayendo al suelo, con el 4r-ma aún en la m4no.

Algunos vecinos, lo empezaron a g⁰lp3ar, y otros, llamaron a la policía, y en pocos minutos, todo cambió. Los sonidos de las sirenas, se acercaban rápidamente. La policía llegó y aseguró la escena del cr1m3n, mientras paramédicos, intentaban salvar la v1da de mi abuela, que resultó en vano.

Mi padre, con la mir4da p3rd1da, fue arr35tado en el acto, y estará por mucho tiempo tras las rejas.

La tarde se hacia presente, y aún seguíamos en el c3m3nt3rio, frente a su tum-b4, mi madre, limpiaba su foto, mi abue se encontraba rodeada de mas personas, y me veían, y ahora, con más razón puedo asegurar, que tengo el don de verlos y escucharlos.

Era hora de irnos, mi abuela se hizo a mí lado y me susurró al oído:

«Gracias por traer a tu madre, mi pequeño. Ha sido el mejor regalo que podrías haberme dado».

Ésa noche, en el camino de regreso a casa, mi madre, me abrazó muy fuerte y me agradeció, parecía más tranquila y serena.

Había vuelto a sonreír, y su mirada, ya no estaba p3rd1da, mamá, había sido muy buena, y la abuela, sólo hizo lo que su cor4zón le dictaba, y fue… proteger a su única hija

FIN.

AUTORA: Karen J.G.R